Algunas melodías forman parte de esa banda sonora que acompaña nuestra vida. Cada vez que suenan vuelven a traernos los recuerdos que entonces las acompañaron. Escucharlas es subir a ese tren que nos espera en la estación y que nos lleva a ese pasado para volver a vivirlo.
Hay canciones que ponen voz a los sentimientos del alma, y entre notas musicales el corazón se confiesa. Algunas son eternas, otras efímeras como esas canciones de verano que se desgastan de tanto oírlas.
Hay canciones que llegan a nuestra cabeza y se repiten insistentemente sin saber muy bien por qué. Son ecos de la conciencia, acertijos que el azar pone a nuestra memoria, piezas de un puzzle que dibuja nuestra vida como si fuese un pentagrama.
En medio de unas ruinas romanas, una silueta de don Quijote y Sancho me recordó que todos en nuestro interior albergamos un poco de estos personajes. A veces la sombra del uno es tan alargada que oscurece la presencia del otro. Siempre creí que son las dos caras de una misma moneda, que el uno no puede existir sin el otro.
Hay momentos en los que al mirarnos al espejo nos preguntamos si esos rostros somos nosotros mismos o nuestra caricatura. Nos extrañamos, nos echamos de menos. “Echo de menos la parte soñadora e idealista que se asocia a don Quijote, La parte cuerda, y trabajadora que tenía Sancho. Esa energía y paciencia que tenía a raudales Echo de menos la magia que antes veía, y que ahora no encuentro, la ilusión por las cosas.“-escuchaba entonces.
Las cosas se veían desde la mirada de un Sancho que ve molinos en lugar de gigantes, o mujeres hundidas en la pobreza en vez de doncellas. Don Quijote y Sancho son dos modos de ser, dos tendencias de las que ningún humano se escapa, predominando una u otra dependiendo de las personas y de los momentos…
Cuadros modernos
miércoles, 22 de octubre de 2014
Cuadros modernos
La imaginación se dispara en esas noches de lluvia que dejan las calles huérfanas. Parece una ciudad fantasma envuelta en una penumbra que sólo rompen las luces de algún coche camino del hogar. Las puertas del parque se cierran como se bajan los telones tras la función teatral. Sólo la fuente desafía ese silencio que se ha instalado en los bancos de madera. Desde lo alto del pedestal Zorrilla sigue vigilando la ciudad, mientras las luces de colores se mezclan con los surtidores de agua. Hace un tiempo marcaron las horas como sus manillas de agua. Ahora son como velas encendidas.
Esta noche dibuja la tentación. Invita a un baño entre sus caricias húmedas. Propone jugar al escondite entre sus pirámides de agua. Seduce con Cuadros modernos juegos de colores. Describe con versos fluidos una locura Hipnotiza y enreda con sus hilos de líquido cristalino. Susurra como las gotas de lluvia: ven, y hacia allí los pasos se encaminan. Sólo faltas tú.
El reloj marca la hora de regresar. La lluvia enlace cayendo como si fuesen lágrimas resbalando por el rostro de los edificios. Otro día más que se prepara para irse a dormir, y se perfuma con aromas de melancolía. Hoy la luna bailará su vals alejada de las miradas de lo curiosos que se asoman cada noche a la ventana, o de esos amantes que se comen a besos.
La calle está desierta. Sólo se escuchan unos tacones que se alejan sorteando los charcos. La noche invita a compartir ese paraguas que es demasiado grande para uno solo. Caminar juntos siguiendo el paso, mientras su brazo rodea mi cintura. Crear un mundo de caricias y besos en ese refugio que se pinta bajo esa tela multicolor. Escuchar sus susurros en mi oído mientras la lluvia forma una cortina alrededor nuestro. Saborear sus labios. Deslizar mis dedos entre su pelo. Detener el tiempo
Esta noche dibuja la tentación. Invita a un baño entre sus caricias húmedas. Propone jugar al escondite entre sus pirámides de agua. Seduce con Cuadros modernos juegos de colores. Describe con versos fluidos una locura Hipnotiza y enreda con sus hilos de líquido cristalino. Susurra como las gotas de lluvia: ven, y hacia allí los pasos se encaminan. Sólo faltas tú.
El reloj marca la hora de regresar. La lluvia enlace cayendo como si fuesen lágrimas resbalando por el rostro de los edificios. Otro día más que se prepara para irse a dormir, y se perfuma con aromas de melancolía. Hoy la luna bailará su vals alejada de las miradas de lo curiosos que se asoman cada noche a la ventana, o de esos amantes que se comen a besos.
La calle está desierta. Sólo se escuchan unos tacones que se alejan sorteando los charcos. La noche invita a compartir ese paraguas que es demasiado grande para uno solo. Caminar juntos siguiendo el paso, mientras su brazo rodea mi cintura. Crear un mundo de caricias y besos en ese refugio que se pinta bajo esa tela multicolor. Escuchar sus susurros en mi oído mientras la lluvia forma una cortina alrededor nuestro. Saborear sus labios. Deslizar mis dedos entre su pelo. Detener el tiempo
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